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#UnaYUno: la paridad es ley

Por Laila Pachá Miraz.

En la madrugada del día jueves 23 de noviembre se sancionó en la Honorable Cámara de Diputados del Congreso Nacional la ley de paridad de género para cargos en las listas legislativas a nivel nacional. Esta ley reemplazará a la actual ley de cupo n°24.012) que establece un piso del 30% de presencia femenina en las listas, y avanza hacia una representación igualitaria. En 1991, año que se sancionó la ley de cupo del 30%, Argentina fue un país a la vanguardia en cuanto a legislación de cuotas, siendo el primer país del mundo en sancionar cuotas legales de género, pero hoy esa legislación modelo en su momento queda rezagada respecto a los avances realizados por otros países de la región que tienen reglamentada la paridad desde hace ya varios años como Bolivia y Ecuador. Actualmente hay un consenso respecto a que los principios de igualdad y no discriminación hacia las mujeres en política deben estar acompañados por legislación de discriminación positiva que fomente el acceso de mujeres a los lugares de toma de decisión, y esto legalmente, y dado las leyes electorales vigentes en nuestro país (y en la provincia de Buenos Aires) sólo puede darse a través de la paridad[1].

La votación se dio por medio de una moción de apartamiento del reglamento pedida por la diputada de Libres del Sur Victoria Donda y, pese a la negativa inicial por parte del presidente de la Cámara, como así también del presidente del bloque Cambiemos, Nicolás Massot (quien votó finalmente en contra de la ley), obtuvo los apoyos para ser tratada sobre tablas. Las disidencias de las diputadas del bloque oficialista con sus compañeros de bancada fueron fundamentales para que hoy la paridad sea ley: el proyecto  se debatió gracias al acuerdo llevado a cabo por las diputadas de los distintos bloques, poniendo en debate así un proyecto con el que existía un acuerdo generalizado, pero que llevaba cajoneado casi un año. El proyecto se impuso finalmente por 165 votos afirmativos, 4 negativos y 2 abstenciones.

Resta ahora la reglamentación de la misma, función a cargo del Presidente de la Nación, confiando en que los derechos de las mujeres no queden sujetos a otras discusiones más amplias y que esta experiencia sirva de ejemplo para generar lazos entre las distintas fuerzas políticas en discusiones que atraviesan a los y las habitantes de este suelo.

Si bien este paso es fundamental en el camino hacia la igualdad, es claro que solo con la legislación no alcanza. Hoy en la provincia de Buenos Aires, provincia que reglamentó la paridad en 2016, la representación de mujeres en ambas cámaras no alcanza el 30% (26% en el Senado y 27% en la Cámara de Diputados), y en el Congreso Nacional varios de los bloques cuentan con una subrrepresentación femenina en relación a la cantidad de bancas. En este contexto, planteamos que la igualdad debe ser un objetivo de todos los sectores y que la lucha para romper con el techo de cristal debe ser constante: las mujeres deben poder acceder a las bancas, pero también a cargos jerárquicos en los bloques, en las comisiones y en las cámaras mismas. México, aún con ley de paridad, cuenta con una presencia de mujeres en su cuerpo legislativo menor que la que presenta Argentina en la actualidad, lo que evidencia que la legislación es necesaria, pero no alcanza si no es acompañada de otras medidas positivas.

La ley de paridad debe ser un comienzo y no un fin en la discusión por los derechos políticos de las mujeres.

  [1] La ley actualmente vigente plantea que no se permite la inclusión de más de dos candidatos seguidos del mismo género, por lo que muchas de las listas presentan mujeres en los puestos 3°, 6°, 9°, etc. En caso de ingresar 5 candidatos de una lista, por ejemplo, solo ingresa la mujer que está en el 3° puesto, por lo que en esa fuerza, la representación femenina queda reducida al 20%. En aquellas listas que solo ingresan el 1° y el 2° candidato, en muchas oportunidades la presencia femenina quedaba reducida al 0%. He aquí la importancia de las reglas electorales para que la cuota efectivamente se respete.

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